Usted perdone lo mal escrito

Usted perdone o mal escrito

René Cloir, 2023

Colectivo Palabra

 

“Cual gotas de agua que atraviesan la roca, 

las voces del tiempo se hacen presentes 

como provocación a la memoria 

sea la cercana, sea la lejana. 

En un golpeteo repetido, lento y terco, 

pausada pero ineludiblemente, 

esas voces van dejando su huella 

en cada cual, 

sea en el “yo” solitario, 

sea en el generoso “nosotros”, 

hasta que toman forma a su antojo 

y nos narran, nos hacen presentes; 

Paralelas

Paralelas

René Cloir, 2020

Colectivo Palabra, México

 

Gran paradoja es la vida del hombre. Es un ente irremediablemente social, gregario; no puede concebírsele sin su prole, sin su tribu, sin su pueblo, sin el otro y, pese a ello, transita el mundo en soledad: solo anda el mundo, caminando entre multitudes. ¿Por qué? ¿Cuál es el origen de esa paradoja? Esa soledad, ese estar solo en el mundo, tiene que ver con la negación del otro, con la recíproca negación que el hombre hace del hombre.

Metodología narrar, pensar, aprender

Narrar, pensar, aprender” es una propuesta pedagógica basado en los principios del Enfoque Narrativo y el Desarrollo de Habilidades de Pensamiento (DHP); en ella, el centro del aprendizaje es el alumno; el docente interviene pedagógicamente a través de diversas estrategias que propician la construcción del conocimiento en un ambiente de aprendizaje colaborativo que ofrece sentido a quien aprende.

 

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Los brazos de Morelos

Los  brazos de Morelos

René Cloir, 2010

 

Cuando Raúl escuchó el relato de su maestro de plano no comprendió o no creyó lo que éste leía: ¡Que Morelos había perdido los dos brazos!  “Acabáronse mis brazos, ya no soy nada”, habría leído lenta, pausada y categóricamente el profesor Nicolás.  Jamás había escuchado cosa parecida y no podía imaginar a José María Morelos y Pavón ─el ilustre cura de Carácuaro─ sin brazos. ¡¿Cómo podría ser aquello?!

Josefa

Nací de ti justo en el preámbulo y génesis de tu muerte. Noche a noche, un sueño en mí era recurrente: Habías fallecido ya, lo sabía; y sabiéndote lejana emergía yo entre las cíclicas penumbras de un sueño. Corría, corría, corría sin descanso, sin fatiga; huía de alguien o de algo, mi carrera era vertiginosa y angustiada. Temiendo ser aprehendido por el miedo, llegaba hasta tu morada antigua, la de niña, la que te vio crecer.
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